lunes, 23 de noviembre de 2015

Un año después: recuerdos de la peregrinación a la Catedral con las Sagradas Reliquias de los Santos Mártires de Córdoba


Hoy hace un año. Para recordar la histórica jornada del 23 de noviembre de 2014, reproducimos a continuación el fragmento de la Memoria del Ejercicio 2014 que relata lo ocurrido ese día. Una vez más, demos gracias a Dios y a los Santos Mártires por haber contribuido desde nuestra Hermandad a la veneración y culto a las Sagrada Reliquias.

Y llegó el domingo 23. Las previsiones meteorológicas anunciaban incertidumbre. A la hora de salir la mayor parte del cielo estaba cubierto de nubes, si bien en algún momento –como al pasar por la Cruz del Rastro, donde los miembros de la tertulia cofrade Cruz del Rastro depositaron un ramo de flores ante la urna– los rayos del sol dibujaron tibiamente su rúbrica dorada sobre la plata martirial del relicario.
     Las puertas del templo basilical se habían abierto poco después de las ocho de la mañana, para que los responsables del cortejo y participantes en la procesión hicieran sus últimos preparativos. En la Capilla de la Misericordia se instaló, a semejanza del Miércoles Santo, un sencillo altar de insignias que exhibía todos los enseres que formarían parte de la peregrinación.
     Los hermanos que habían sacado su papeleta de sitio –un documento diseñado expresamente para la ocasión, que serviría como recuerdo de haber participado en tan histórico acto– comenzaron a llegar, así como las representaciones de las Hermandades invitadas y del Excelentísimo Ayuntamiento. Mientras los acólitos se revestían con sus dalmáticas y sobrepellices, se hacía el reparto de cirios y se asignaban los lugares a los hermanos en los distintos tramos.
     Instantes antes de la salida, nuestro Hermano Mayor dirigió la palabra a los que iban a participar en la peregrinación, recordándoles la larga historia de la devoción cordobesa a sus Santos Mártires y evocando la secular vinculación del Ayuntamiento de Córdoba con la misma, que data del siglo XVII y que se ratificaba con la presencia institucional de la corporación municipal. También les avisó de que, cuando se abrieran las puertas, no habría una multitud expectante deseando verlos, como muestra del «poco aprecio que suele dispensar esta ciudad a sus hijos más ilustres».

     Se abrió la puerta a la hora señalada y comenzó la andadura del cortejo. En el interior del templo el Cuarteto de Viento de la Banda María Santísima de la Esperanza y las voces del coro Cantabile interpretaron su primer motete, y cuando la urna se halló en el exterior de la Basílica nuestra Capilla Musical entonó la primera estrofa del Himno a los Santos Mártires.
    La peregrinación estaba en marcha.

    Llegó a la Catedral, donde fue recibida por el obispo. La urna fue colocada en el presbiterio, junto al púlpito del lado de la Epístola, a unos metros de donde estuvo en mayo de 1939, cuando presidió –en esa ocasión junto a las imágenes de San Rafael y Nuestra Señora de la Fuensanta– otro acto religioso por un motivo bien distinto.

     La Santa Misa fue retransmitida para Córdoba por el Canal Diócesis TV y para toda España por 13TV. La liturgia coincidió con el día de Cristo Rey, último domingo del Año Litúrgico, y en su homilía el prelado unió esta solemnidad con el testimonio de los Mártires: «Córdoba ha sido desde los orígenes del Cristianismo tierra de Mártires, hombres y mujeres que han dado su vida por la fe de Cristo», dijo en su alocución.
El regreso
Pasada la una del mediodía concluyó la celebración eucarística y se reorganizó la procesión para iniciar el regreso a la Basílica de San Pedro. Desde que los hermanos costaleros volvieron a cargar sobre sus hombros la parihuela, y hasta que salió por el Arco de Bendiciones sonó, como a la entrada, la Marcha Real repartiendo sus sones solemnes y vibrantes por el secular recinto. Ya en el Patio de los Naranjos, la música del órgano entregó el relevo del acompañamiento sonoro al repique alegre de las campanas de la Catedral –algunas de las cuales tienen nombres de Mártires cordobeses–, que esparcieron sus cantos de bronce por el cielo de Córdoba…

    …Un cielo que estaba ahora cubierto de unas nubes que empezaban a dejar caer una suave lluvia, que no tuvo más consecuencias que la decisión, por parte de los responsables de la procesión, de afrontar el retorno a un ritmo más vivo y rápido que el de la ida. El cortejo, perfectamente formado como en la ocasión anterior, recorrió el itinerario siguiente: Patio de los Naranjos, Puerta de Santa Catalina, Magistral González Francés, Cardenal González, Cruz del Rastro, Lucano, Plaza del Potro, Lineros, Don Rodrigo, Carlos Rubio, Plaza de la Almagra, Escultor Juan de Mesa, Plaza de San Pedro.
    La procesión de regreso tuvo un momento especialmente emocionante al pasar el cortejo por la sede de Bodegas Campos, empresa vinculada desde hace muchos años al barrio y a la Parroquia de San Pedro y a la Hermandad de la Misericordia y situada, como se sabe, frente al altar público erigido en el siglo XVIII en honor de los Santos Mártires. Los balcones habían sido exornados con colgaduras, como ya se pudo comprobar a la ida, pero ahora se habían esparcido por el suelo hojas de hierbabuena, y desde el balcón principal se arrojaron pétalos de flores rojas cuando pasaba la sagrada urna.

       La lluvia no cesó de caer, pero lo hizo con suavidad y no supuso inconvenientes de ningún tipo ni modificó el orden y compostura del cortejo. Éste llegó a la Basílica poco después de las dos de la tarde, cerrándose la peregrinación cuando, una vez depositada la parihuela en el lugar de donde había salido cuatro horas antes, el Hermano Mayor dijo por la megafonía: «Hermanos, la peregrinación ha terminado».




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