El último domingo antes del comienzo de la Semana Santa ha tenido, como es tradicional, mucha actividad en la Hermandad de la Misericordia.
El sábado previo, por la mañana, comenzó el besamano a Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo, que este año volvió a la Capilla de la Misericordia de la Basílica de San Pedro.
El domingo prosiguió el besamano, que dio comienzo con la apertura del templo a las diez y media de la mañana.
Antes de la misa de doce y media, los niños de la Hermandad ofrecieron a Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo "un beso, un kilo y una flor"; tras unas cariñosas palabras de salutación de nuestro consiliario, monseñor Antonio Jurado Torrero, nuestra jovencísima hermana Ana Jiménez Sanz de Lara hizo, en nombre de todos ellos, el ofrecimiento a la Virgen de su inminente estación de penitencia y rezó por la Hermandad, por el consiliario, por sus familias y por todas las personas que pasan necesidad.
A continuación los hermanos asistimos a la misa parroquial de doce y media, al término de la cual se hizo entrega de los recuerdos correspondientes -un diploma y un pasador para la medalla- a los hermanos que este año han cumplido sus bodas de plata como miembros de la Cofradía.
Y sin solución de continuidad, se desarrolló el solemne acto de traslado y elevación al paso de palio de la sagrada imagen de Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo, que fue llevada a hombros precisamente de los hermanos que acababan de recibir su recuerdo. Mientras se hacía el traslado, nuestra Capilla Musical interpretaba con su habitual maestría motetes marianos y penitenciales.
Una vez situada la sagrada imagen sobre el paso de palio, se rezaron las preces en su honor y terminó el acto con el canto de la Salve.
Finalmente, en la Casa de Hermandad, cincuenta hermanos asistieron al XIV almuerzo de hermandad a beneficio de las Obras de Misericordia.
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